Hoy voy a darme el gusto de dar una pequeña pataleta, quejarme un poquito, como no suelo hacerlo habitualmente, espero que no os moleste 🙂
¿No os pasa que muchas veces os gusta tomar un vasito de agua después de tomar un café? ¿a que si? Y es que se trata de una necesidad de lo más normal, ya que por las propiedades acidas del café es agradable tomar un trago de agua, para calma dicha sensación de acidez.
Pues bien, en muchas ocasiones, pedir un vasito de agua se convierte en motivo de que te miren mal y que te atiendan con cierto desprecio como diciendo: “Mira el tio este, que en lugar de pedir un botellín, quiere que le invitemos al agua”. Muchas veces ni te lo traen, o si te lo traen, te sirven un vaso de agua de grifo, de un agua que no utilizarían ni para regar las plantas… Ayer mismo, en un establecimiento del centro de Palma, nos lo denegaron, así, sin más, que si queríamos agua, que teníamos que pedir un botellín. Así hicimos, pero muy probablemente no volveremos por allí, una lástima.
En fin, toda esta pataleta ¿para qué? Pues para reflexionar sobre la atención al cliente que se brinda desde muchos locales de restauración como son bares y cafeterías. ¿Cual es el coste de un vaso de agua comparado con la satisfacción al cliente? Yo creo que son estos pequeños detalles los que precisamente marcan la diferencia, los que hacen que de verdad el trato sea personalizado y el cliente se encuentre como en casa.
Hasta aquí mi queja publica 🙂 Y para terminar, dejar claro que obviamente esto del “vasito de agua” no sucede en todos los locales, hay muchos donde amablemente te sirven un vaso ya sin pedirlo, y si lo pides, te lo sirven de agua embotellada y fresca.