Siiiiiiiiiiiiiiii, ¡por fin! Por fin se aprobó la ley antitabaco, por la que se prohibe fumar en todos los locales públicos de ocio.
No sabéis la ilusión que me hace esto, y a muchos de mis amigos también. Al fin podremos disfrutar de ir a tomar algo a según que sitios, sin salir apestados a humo; o directamente entrar, ya que eran sitios que teníamos vetados.
El Pais, El Congreso aprueba la ley anti-tabaco que prohíbe fumar en espacios públicos cerrados
Eso si que es un buen regalo de Navidad.
Felicidades a todos los que queremos disfrutar sin humo!
Claro que sí, un gran éxito… sobre todo para aquellos empresarios a los que el gobierno obliga a decidir el tipo de local que gestionan. A mí me parece muy bien que a muchos o a pocos el Paraíso se les aparezca como un lugar sin humo de tabaco, pero nadie me va a convencer de que no sea un atropello que a un particular no se le permita, en su propio negocio PRIVADO, dejar que sus clientes fumen. Y más en una época de crisis tan jodida.
Luego dicen que esta Ley sólo trata de equipararnos con las que funcionan desde hace unos años en el resto de Europa, pero esto es falso, porque esta ley que ha aprobado el congreso va más allá, es mucho más restrictiva. De hecho, en la prohibición de fumar en determinados ámbitos al aire libre (¡manda carallo!) se equipara con ciertos Estados de los USA, comparación que seguramente hará mucha gracia a los progres entusiasmados con la medida.
Horrach, te doy mi opinión:
Tengo que tener derecho a que jamás respire el humo nocivo y maloliente generdo por cualquier persona o máquina en cualquier espacio de acceso público, sea cerrado o abierto. Cualquier dueño de negocio tiene que garantizar unos derechos al ciudadano, y este debería ser uno de ellos.
Si mañana todo el mundo se pusiera a fumar cigarrillos sin humo y sin olor, es decir, cuyo uso no me afectara en nada a mí, no tendría ningún problema en compartir espacios públicos de fumadores, pero como eso a día de hoy no existe, pues…
Gerardo, creo que tu argumento presenta dos fallos de base:
1. El derecho a no respirar’humo nocivo y maloliente’ no lo tenemos nadie de facto, pues pasear por cualquier calle española implica meterse en la vorágine de humos del inmenso tráfico. Pero bueno, es cierto que es más fácil de restringir lo del tabaco.
2. El dueño de un negocio al que entra quien quiere NO tiene que garantizar ningún derecho a nadie más que a sus clientes. Y un cliente es aquel que accede a unos requisitos que impone el dueño del establecimiento sin intromisiones de ningún político metido en inquisidor posmoderno. Lo único que debe respetar el dueño es la ley, es decir, no puede negar la entrada por razones de raza, sexo, etc. Cosas evidentes por sí mismas. Pero lo de impedir que sus clientes habituales fumen, cuando siempre han fumado, para que otros posibles clientes no se molesten, me parece un atraco a mano armada.
Entiendo tus argumentos. ¿Entonces cualquier dueño de cualquier establecimiento público debería poder establecer sus requisitos excepto aquellos que supongan una discriminación? ¿Ninguna regulación? No lo veo claro.
Por otra parte, cualquier establecimiento debe cumplir normativas que garanticen la experiencia del cliente y de sus propios vecinos: higiene del local, existencia de aseos, extractores en la cocina si la hay, etcétera. ¿No es lógico meter en esta lista la garantía de no hacer respirar humos cancerígenos a los clientes y a los propios trabajadores? Yo creo que sí.
Por cierto, en ciudades (afortunadamente en España no se ha dado el caso que yo sepa) donde la contaminación superaba los niveles máximos se han establecido restricciones de tráfico para garantizar una calidad del aire. No es vivir en el monte, pero demuestra que sí hay regulación y normativas al respecto.
Saludos!
Pues no sé, porque cuando los clientes de muchos bares siempre han fumado allí, impedirles encender sus cigarrillos, puro o pipa para que otros posibles y potenciales clientes no fumadores (y antitabaco) puedan entrar me parece que es meterse dentro de las potestades que tiene todo empresario a la hora de buscarse y trabajarse su clientela. Repito: una cosa es un edificio público del Estado, o un hospital, incluso centros comerciales y tiendas varias… pero un bar es un establecimiento muy distinto. Nadie que vaya a comprar a la mercería tiene porqué tragarse el humo de los demás, pero a un bar se va a otras cosas. Conclusión. lo único que debería preocupar al gobierno es que existan los bares suficientes para aquellos que no quieran mezclarse con humos. La convivencia de bares-con-humo y bares-sin sería lo lógico y deseable para que todos salgan ganando. Pero esta ley es otro ejemplo de cómo arregla los problemas el autoproclamado ‘gobierno del talante’: a golpe de decretazo, imposición o estado de alarma.
PS: recuerdo a los lectores de este blog que no tengo implicaciones personales en este tema. No soy fumador habitual (sólo fumo pipa, de vez en cuando, y siempre en casa) y no voy a los bares a fumar. Entiendo los motivos de los antitabaco, pero creo que las cosas se podrían haber hecho de tal manera que todos salieran ganando.
No te preocupes Horrach , la gente se acostumbrará lo mismo que lo hizo con lo del cinturón de seguridad y otras muchas cosas que han mejorado la vida y el bienestar de muchas personas.
Seguro que en tu fuero interno piensas que ésta ley es positiva.Y dentro de unos años muchos fumadores agradecerán profundamente esta oportunidad.
Yo junto a millones de no fumadores también.
Oiga, Jan, con todos los respetos: pero de mi ‘fuero interno’ usted no sabe absolutamente nada, no se me ponga paternalista. Esta ley es un abuso y seguiré pensando lo mismo en el futuro, se lo puedo garantizar. No soy de los que los hechos consumados modelen mi opinión sobre las cosas.
Además, la comparación entre la ley antitabaco y la obligación del cinturón de seguridad no tiene ningún sentido, no hay analogía posible entre un caso y otro.
En cuanto a la ‘salud pública’, con fumadores y todo, la media de vida es España está ya por los 80 tacos, que no es poco. De media. Y eso que parece que los fumadores se mueren antes. O sea, que a partir de ahora vivirán más y, en consecuencia, habrá que pagar más pensiones (este argumento se lo tomo prestado a Miguel Costas, ex-cantante de Siniestro Total).